La población de uno de los países europeos más castigados por la crisis ha hecho frente a ella consiguiendo pacíficamente, entre otras cosas, la dimisión del gobierno al completo, la nacionalización de los bancos y detención de varios banqueros, que se deje de pagar las deudas adquiridas con otros países por el irresponable comportamiento del sistema financiero, y se esté reformando la constitución para evitar que, en el futuro, el país vuelva a acabar en bancarrota por políticas y actividades negligentes.
¿Estoy soñando? ¿Es ciencia-ficción? No. Ese país es Islandia, y para quien no haya oido hablar de esta revolución a golpe de cacerolada, mucho más próxima a nosotros que los sucesos en Túnez y Egipto, pinchando aquí podréis leer un interesante artículo sobre cómo ha sido posible todo esto, y una reflexión sobre por qué, curiosamente, lo ocurrido no ha llenado portadas y páginas de opinión.
¿Será que a nuestros políticos y poderes fácticos no les hace gracia la idea de que pueda haber un efecto contagio? Por cierto, no deja de ser curioso que mientras todo esto ocurría, lo que sí llenaba los informativos y hacía correr ríos de tinta eran los efectos de las cenizas de un volcán islandés sobre el espacio aéreo europeo, con enviados especiales incluidos para cubrir esa interesantísima noticia, mucho más que los ciudadanos de un país plantando cara a la crisis, dónde va a parar. Es como para pensar, y mucho.
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